Porque cuando gritamos incrementamos nuestro nivel de malestar y de intranquilidad. Esto, sin duda influye en nuestras relaciones con los demás, incluyendo a nuestros hijos/as. Aunque a veces justifiquemos nuestra reacción, puedemos cambiar nuestra respuesta ante ese tipo de situación, tan solo tomando conciencia de cómo afecta a nuestro bienestar ese cambio.
Por medio del ejercicio, haciendo cosas que nos gusten, que disfrutemos, el autocuidado, la meditación, el mindfulness podemos transformar nuestra vida de manera significativa porque nuestra realidad diaria cambia cuando evolucionamos, cuando tenemos una mirada direfente a nivel interno. Es decir, cuando el cambio viene de nosotros, nace de nosotros, observamos la vida con unos lentes nuevos. Mientras que a través de los gritos nos enfrentamos a una lucha de poder constante, a una resistencia, empeorando la situació, sin resolver nada y produciendo un desgaste de energía innecesario, el autocuidado nos ayuda a ser más compasivos y escucharnos.
En ocasiones, podemos buscar apoyo de las personas que son importante, especiales para nosotros, por ejemplo, nuestro mejor amigo/a, pueden escucharnos cuando necesitamos hablar de aquello que nos ocurre. Sin embargo, mientras estas personas nos apoyan en algunos momentos, nosotros tenemos la oportunidad de estar presentes, de vivir nuestro aquí y ahora. Cuando gritamos, perdemos la paciencia, perdemos el control, no estamos en nuestro centro y por ende no tomamos decisiones coherentes, y todo esto nos aleja del presente y nos impide enfocarnos en soluciones.
Es momento de que nos permitamos dejar de gritar para transformar nuestra realidad. Dejar de gritar nos permitara: Una transformación personal, Mejorar nuestra autoestima, Vivir nuestro aquí y ahora.
LGarcía